Sobre la caída de los espíritus

En el Gran Evangelio de Juan, tomo 2, capítulo 227 hay una aclaración del Señor que ayuda mucho al entendimiento de este tema.

Las ideas de Dios son los espíritus manifestados en algún momento de la vida de Dios.

Eran seres con capacidad infinita de inteligencia y con la forma de Dios.

Ellos tomaron conciencia de su libre albedrío de Dios.

Era necesario que recibieran una oportunidad de acción libre.

Se les mostró la manera de alcanzar la actividad en libertad.

A un ser libre Dios no puede obligarle con una ley: "¡Tienes que...! (Du muss...)". Eso sucede solo con las máquinas. Por ejemplo el cuerpo humano es un ser que en realidad es una máquina que está sometida a leyes "¡Tienes que...!".

Entonces la única forma de guiarlos es mediante leyes: "Deberías hacer ... (Du sollst...) (Deberías cumplir con la ley, pero eres libre...)".

Pero esta ley no serviría de nada si Dios no les da el impulso de ir en contra de esta ley "Deberías hacer...".

Una ley así no tendría tampoco sentido si no hay consecuencias negativas y dolorosas en caso que se la viole.

Además es necesario que el ser sepa que violar la ley trae una ventaja que dura poco tiempo y una desventaja que dura mucho tiempo y que cuesta mucho, duro esfuerzo y dolor.

Entonces recién cuando al ser se le ha dado todo esto, se le puede dar la oportunidad para que entre en acción.

Para Dios ya no importa si sus acciones son rectas o torcidas, justas o injustas. Lo importante es que el ser actúe libremente.

No importa de qué manera el ser alcance su independencia total, ya sea su camino corto o largo. Porque de esta manera se evita la destrucción del ser puesto en libertad.

Al inicio la libertad puede ser algo bienaventurado o desventurado.

Si el ser quiere estar bien, pues bien, si quiere estar mal, pues bien también.

Si algún ser quiere estar mal, pues él es el único culpable de su estado de sufrimiento.

Pero lo importante es que conserve su libertad por la eternidad. No importa si está feliz o está sufriendo por culpa propia. Porque ese ser, como criatura de Dios también tiene que corresponder al orden total de Dios.

Con estos conceptos sucedió pues la caída de los espíritus creados con pureza. Ellos recibieron una ley junto con el impulso de ir en contra de esa ley y el conocimiento de obtener las ventajas temporales y el de ir a favor de la ley pero con ventajas eternas aunque estas se alcanzaren no tan inmediatamente.

El resultado fue que una parte de esos seres cumplieron con la ley y otra parte no.

El universo material fue creado como consecuencia de la violación de la ley. Es decir la materia es el juicio ya anunciado para aquellos que decidieran violar la ley. Y por lo tanto el camino hacia la independencia de esos seres sería uno muy largo hasta alcanzar la plenitud de la libertad y la bienaventuranza.

Los seres que cumplieron con la ley libremente gozan de la ventaja que todo el universo material está sometido a su poder, fuerza y sabiduría.

En resumen. Es muy probable que nosotros, que hemos nacido en esta Tierra hayamos sido aquellos seres que decidimos ir en contra de la ley y habíamos obtenido esas ventajas que duraron corto tiempo, y las consecuencias es que estuvimos encarcelados en la materia por mucho tiempo pero ha llegado el momento de reconocer nuestro pecado original, arrepentirnos y retomar la ley "Deberías hacer... (Du sollst...)" y seguirla libremente para no caer en un segundo encarcelamiento (la segunda muerte).

La ley ahora, con Jesucristo, se ha formulado más simplemente: Deberías amar a Dios y a tu prójimo como a ti mismo.

Fuente: Gran Evangelio de Juan, tomo 2, capítulo 227, recibido por Jakob Lorber